Por: Nicolás Román Borré
"Ser colombiano es un acto de fé"
Jorge Luis Borges
Mientras escribo esta nota, leo por internet la nominación a los premios Oscar de la Academia en la categoría de mejor actriz principal de Catalina Sandino, por su rol en la película: "María llena eres de gracia", al interpretar una chica colombiana que decide llevar -como mula- cocaína dentro de su cuerpo a Norteamérica.
El artículo de la web se desborda en elogios y adjetivos de primer nivel, diciéndo que era el más alto premio que había alcanzado la cinematografía nacional en su historia y que la cinta de Joshua Marston era a todas luces una obra maestra.
A pesar de la envergadura y contundencia de esos comentarios, sumado a los importantes galardones que tiene en su haber la coproducción colombo-estadounidense, mis interrogantes sobre el film crecían con una vertiginosidad sin igual.
Para que no quede duda y antes de intentar elucidar las inquietudes que habitan en mi interior, creo sinceramente que "María llena eres de gracia" es una obra magnificamente interpretada por Sandino, que posee una historia accesible y que en términos generales logra un equilibrio artistico que da mérito para ser catalogada como una buena película.
Cuando se vive en un Estado como el nuestro -con tantos problemas- idealizamos los esporádicos éxitos de sus ciudadanos de manera enfermiza y los percibimos como propios. Es así como creemos estar muy cerca de las novelas de García Marquez, las canciones de Shakira o el monoplaza de Juan Pablo Montoya.
Sin embargo, ese patriotismo excedido nos conduce a conclusiones erróneas. "María llena eres de gracia" está lejos de ser la mejor película producida en el país y analiticamente no llega a ser colombiana, de hecho, su director es gringo al igual que la mayoría del dinero que en ella se invirtió, e incluso, muchas escenas fueron rodadas en Ecuador.
Ahora bien, hay algo innegable y es lo relacionado a los premios obtenidos: mejor ópera prima del circulo de la crítica especializada de New York, reconocimiento como director y actriz en la asociacion de críticos de Los Angeles y Washington, mejor film extranjero en San Francisco, premio del público en Sundance, seis reconocimientos en el Festival de Cartagena, tres galardones en el Festival de cine Americano de Deauville -incluyendo el gran premio del jurado- y sobretodo los dos prestigiosos trofeos de Berlín (Oso de Plata: Catalina Sandino Moreno y Alfred Bauer: Joshua Marston).
De suerte que la cinta no es mala y encima trae una cantidad de títulos colgándole del pecho, entonces ¿por qué conservo la sensación de malestar?. Las respuestas parecen un poco en la oscuridad, pero están presentes.
No tratamos aquí de desacreditar a ultranza un trabajo, sino de atribuirle su justa connotación, es por eso que en la construción del guión y más precisamente en la personalidad de María Alvarez, apreciamos una fisura en la obra de Marston. En efecto, María que desde el debut muestra un caracter fuerte: subiéndose al techo de la casa sin que se atreva su compañero, por discutir varias veces con la familia, renunciar a su trabajo, dejar al novio a pesar de estar embarazada de él y en últimas, el hecho de aceptar con facilidad el trabajo de mula; se convierte de súbito -en el aeropuerto neoyorquino y durante casi todo el período siguiente- en una joven ingenua, tímida, incapaz de responder con credibilidad las respuestas de los policías, indagando estúpidamente por el cuerpo de Lucy a Don Fernando y cargando la droga consigo.
Otros elementos sueltos carecen de lógica, por ejemplo: cuando María Alvarez sigue a Lucy, ella le pregunta que si también es mula y Lucy responde afirmativamente (en realidad montarse a una buseta por el sector de la Caracas en Bogotá sin salir lesionado es de por sí un milagro y además ninguna mula dirá que lo es); los narcotraficantes insensibles ante el dolor de la joven al explotarle una cápsula de latex repleta de droga, se manifiestan ulteriormente buenos al darles el dinero después que ellas escaparon; la policía deja en libertad a María sin considerar que era obvio que ella no tenía ninguna razón válida para estar allá.
El éxito obtenido en el exterior por el film, se justifica en la medida que es el primero en humanizar y darle un rostro al tema del transporte de la cocaína, no son los típicos narcotraficantes sanguinareos que aparecen en las series policiales. Por el contrario, se trata de una bonita joven campesina que por las difíciles circunstancias sociales se ve forzada a arriesgar su vida y la de su criatura para poder enfrentar con dignidad el futuro.
Esa es la decisión de María, quedarse en la tierra yanqui donde se ofrecen oportunidades a todo el mundo, la bella región siempre soñada del "american way life".
Joshua en la escena final, muestra con cámara lenta la utopía, la grandeza y el idilio de su nación. La cinta da la impresión de ser politicamente correcta, inspirada en miles de casos similares, moralmente emancipadora e idependiente a los cánones cinematográficos, pero lastimosamente elude con un "happy end", la realidad que afrontará María como ilegal en los Estados Unidos, su calvario no culmina, aún continúa.